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“Un paseo” (poema)

Raymond Carver (Estados Unidos, 1939-1988)

Como de costumbre, otro poema de Raymond Carver en “Los versos de David“. Espero que os guste.

UN PASEO

Fui a dar un paseo por la vía del tren.

La seguí durante un rato

y me salí en el cementerio del pueblo.

Allí descansa un hombre entre

sus dos esposas. Emily van der Zee

está a la derecha de John van der Zee.

Mary, la segunda señora van der Zee,

amantísima esposa también, a su izquierda.

Primero se fue Emily, después Mary.

Al cabo de unos años, el propio John van der Zee.

Once hijos nacieron de esas uniones.

También están muertos a estas alturas.

Éste es un lugar silencioso. Un lugar tan bueno como

cualquier otro para descansar del paseo, sentarme y

pensar en mi propia muerte, que se acerca.

Pero no lo entiendo, no lo entiendo.

Todo lo que sé de esta vida llena de sudor y delicadezas,

de la mía y la de los demás,

es que dentro de poco me levantaré

y dejaré este lugar tan insólito

que ofrece amparo a los muertos. Este cementerio.

Me iré. Andando primero sobre un raíl

y luego sobre el otro.

OTRAS ENTRADAS SOBRE RAYMOND CARVER EN EL BLOG

“Tres rosas amarillas” (libro)

Raymond Carver (Estados Unidos, 1938-1988)

En esta ocasión, recomendamos “Tres rosas amarillas“, del escritor norteamericano Raymond Carver.

 

La obra consta de siete relatos que dibujan la cotidianidad de las clases americanas más desfavorecidas, dibujando sus problemas y miserias con una precisión y una descripción que rozan lo poético. Es un realismo puro y duro que no deja de lado la propia poesía. Son historias que narran mundos que parecen olvidados.

 

Recomiendo a los que están interesados en adentrarse en la cultura norteamericana desde otro prisma, el de millones de habitantes que hablan en el idioma de la supervivencia diaria.

 

MÁS ENTRADAS SOBRE RAYMOND CARVER EN EL BLOG

“En busca de trabajo” (poema)

Raymond Carver (USA, 1939-1988)

En el blog volvemos a presentar al escritor americano Raymond Carver y uno de sus últimos poemas. Espero que os guste.

 

EN BUSCA DE TRABAJO

Siempre he querido trucha de montaña

de desayuno.

 

De repente, encuentro un sendero nuevo

a la cascada.

 

Empiezo a tener prisa.

Despierta,

 

dice mi mujer,

estás soñando.

 

Pero cuando intento levantarme,

la casa se ladea.

 

¿Quién está soñando?

Es mediodía, dice ella.

 

Mis zapatos nuevos esperan junto a la puerta,

relucientes.

 

OTRAS ENTRADAS SOBRE CARVER EN EL BLOG

“El vendedor del libro del mundo”

Raymond Carver (Estados Unidos, 1938-1988)

En esta ocasión, os presento un poema del escritor americano Raymond Carver titulado “El vendedor del libro del mundo“, publicado en “Un sendero nuevo a la cascada“.

 

EL VENDEDOR DEL LIBRO DEL MUNDO

Mantiene una conversación sagrada

aunque sea un arte moribundo. Sonríe,

por turnos es en parte adulador hoy,

en parte Oberführer. Sabe cuál

es el secreto.

De la delgada cartera de mano salen

mapas de todo el mundo:

desiertos, océanos,

fotografías, obras de arte-,

allí está todo, todo allí

para la pregunta

cuando las puertas se abren violentamente,

o se cierran de un portazo.

En las vacías

habitaciones todas las noches cena

solo, ve la televisión, lee

el periódico con una lujuria

que empieza y termina en las puntas de los dedos.

No hay Dios,

y la conversación es un arte moribundo.

OTROS POSTS SOBRE RAYMOND CARVER EN EL BLOG

“Mecánica popular”

Raymond Carver (USA, 1939-1988)

Os dejo en esta entrada con un relato de Raymond Carver, aparecido en el libro “De qué hablamos cuando hablamos de amor“, anteriormente comentado.

 

MECÁNICA POPULAR

Aquél día, temprano, el tiempo cambió y la nieve se deshizo y se volvió agua sucia. Delgados regueros de nieve derretida caían de la pequeña ventana- una ventana abierta a la altura del hombro- que daba al traspatio. Por la calle pasaban coches salpicando. Estaba oscureciendo. Pero también oscurecía dentro de la casa.

Él estaba en el dormitorio metiendo ropas en una maleta cuando ella apareció en la puerta.

¡Estoy contenta de que te vayas! ¡Estoy contenta de que te vayas!, gritó. ¿Me oyes?

Él siguió metiendo sus cosas en la maleta.

¡Hijo de perra! ¡Estoy contentísima de que te vayas! Empezó a llorar. Ni siquiera te atreves a mirarme a la cara, ¿no es cierto?

Entonces ella vio la fotografía del niño encima de la cama, y la cogió.

Él la miró; ella se secó los ojos y se quedó mirándole fijamente, y después se dio la vuelta y volvió a la sala.

Trae aquí eso, le ordenó él.

Coge tus cosas y lárgate, contestó ella.

Él no respondió. Cerró la maleta, se puso el abrigo, miró a su alrededor antes de apagar la luz. Luego pasó a la sala.

Ella estaba en el umbral de la cocina, con el niño en brazos.

Quiero el niño, dijo él.

¿Estás loco?

No, pero quiero el niño. Mandaré a alguien a recoger sus cosas.

A este niño no lo tocas, le advirtió ella.

El niño se había puesto a llorar, y ella le retiró la manta que le abrigaba la cabeza.

Oh, oh, exclamó ella mirando al niño.

Él avanzó hacia ella.

¡Por el amor de Dios!, se lamentó ella. Retrocedió unos pasos hacia el interior de la cocina.

Quiero el niño.

¡Fuera de aquí!

Ella se volvió y trató de refugiarse con el niño en un rincón, detrás de la cocina.

Pero él les alcanzó. Alargó las manos por encima de la cocina y agarró al niño con fuerza.

Suéltalo, dijo.

¡Apártate, apártate!, gritó ella.

El bebé, congestionado, gritaba. En la pelea tiraron una maceta que colgaba detrás de la cocina.

Él la aprisionó contra la pared, tratando de que soltara al niño. Siguió agarrando con fuerza al niño y empujó con todo su peso.

Suéltalo, repitió.

No, dijo ella. Le estás haciendo daño al niño.

No le estoy haciendo daño.

Por la ventana de la cocina no entraba luz alguna. En casi la oscuridad él trató de abrir los aferrados dedos de ella con una mano, mientras con la otra agarraba al niño, que no paraba de chillar, por un brazo, cerca del hombro.

Ella sintió que sus dedos iban a abrirse. Sintió que el bebé se le iba de las manos.

¡No!, gritó al darse cuenta de que sus manos cedían.

Tenía que retener a su bebé. Trató de agarrarle el otro brazo. Logró asirlo por la muñeca y se echó hacia atrás.

Pero él no lo soltaba.

Él vio que el bebé se le escurría de las manos, y se estiró con todas sus fuerzas.

Así, la cuestión quedó zanjada.

“Dos mundos” Raymond Carver

Raymond Carver (USA, 1939-88)

En esta entrada, os presento uno de los últimos poemas de Raymond Carver, publicado póstumamente por su esposa Tess Gallagher  junto a todos aquellos que estaba preparando para un nuevo volumen antes de morir.

 

DOS MUNDOS

En el aire denso,

con olor a azafrán,

 

sensual olor a azafrán,

miro cómo desaparece el cielo limón,

 

un mar que cambia de azul

a negro aceituna.

 

Miro el relámpago que salta desde Asia como

dormido,

 

mi amor se agita y respira y

se vuelve a dormir,

 

parte de este mundo, y sin embargo

parte de aquél.