“La poesía”

Octavio Paz (Ciudad de México, México, 1914-1998)

Os dejo con un poema del poeta mexicano Octavio Paz, en el que habla de la propia poesía. Porque, ¿quién mejor que un poeta que hable sobre su gremio y sobre el arte que cultiva?:

 

LA POESÍA

Llegas, silenciosa, secreta,

y despiertas los furores, los goces,

y esta angustia

que enciende lo que toca

y engendra en cada cosa

una avidez sombría.

 

El mundo cede y se desploma

como metal al fuego.

Entre mis ruinas me levanto,

solo, desnudo, despojado,

sobre la roca inmensa del silencio,

como un solitario combatiente

contra invisibles huestes.

 

Verdad abrasadora,

¿a qué me empujas?

No quiero tu verdad,

tu insensata pregunta.

¿A qué esta lucha estéril?

No es el hombre criatura capaz de contenerte,

avidez que sólo en la sed se sacia,

llama que todos los labios consume,

espíritu que no vive en ninguna forma

mas hace arder todas las formas.

 

Subes desde lo más hondo de mí,

desde el centro innombrable de mi ser,

ejército, marea.

Creces, tu sed me ahoga,

expulsando, tiránica,

aquello que no cede

a tu espada frenética.

Ya sólo tú me habitas,

tú, sin nombre, furiosa substancia,

avidez subterránea, delirante.

 

Golpean mi pecho tus fantasmas,

despiertas a mi tacto,

hielas mi frente,

abres mis ojos.

 

Percibo el mundo y te toco,

substancia intocable,

unidad de mi alma y de mi cuerpo,

y contemplo el combate que combato

y mis bodas de tierra.

 

Nublan mis ojos imágenes opuestas,

y a las mismas imágenes

otras, más profundas, las niegan,

ardiente balbuceo,

aguas que anega un agua más oculta y densa.

En su húmeda tiniebla vida y muerte,

quietud y movimiento, son lo mismo.

 

Insiste, vencedora,

porque tan sólo existo porque existes,

y mi boca y mi lengua se formaron

para decir tan sólo tu existencia

y tus secretas sílabas, palabra

impalpable y despótica,

substancia de mi alma.

 

Eres tan sólo un sueño,

pero en ti sueña el mundo

y su mudez habla con tus palabras.

 

Rozo al tocar tu pecho

la eléctrica frontera de la vida,

la tiniebla de sangre

donde pacta la boca cruel y enamorada,

ávida aún de destruir lo que ama

y revivir lo que destruye,

con el mundo, impasible

y siempre idéntico a sí mismo,

porque no se detiene en ninguna forma

ni se demora sobre lo que engendra.

 

Llévame, solitaria,

llévame entre los sueños,

llévame, madre mía,

despiértame del todo,

hazme soñar tu sueño,

unta mis ojos con aceite,

para que al conocerte me conozca.

 

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